Cronológicamente este movimiento sigue al Romanticismo. Aparece en Francia hacia 1948 y se extiende aproximadamente hasta 1870. Se opone a todo lo artificioso e indeterminado y traduce la realidad como única verdad del hombre y del mundo, sin falsas representaciones. Por eso, sus temas preferidos son los retratos, en su actitud natural, sin poses estudiadas, la gente en su trabajo, al aire libre. Los artistas se basan fundamentalmente en la observación, y plasman no sólo lo bello, sino también lo feo y revulsivo. De la observación minuciosa surgió la caricatura que experimentó un gran apogeo y esplendor, en la que aparece, como componente la ironía.
El vocablo realismo, muy impreciso en su significado y utilización a través de los siglos presenta contenidos contradictorios. Se le atribuye casi con exclusividad el objetivo de indicar un período en el cual el arte tiende a ser objetivo en sus representaciones y referencias. Es decir, marca la diferencia entre realidad e ilusión, entre realidad y ficción, sin olvidar la fuerza que tiene esta última en nuestras realizaciones.
Este movimiento cobró importancia con Honoré Daumier y Gustavo Doré, siendo con justicia el más destacado de los pintores realistas Gustave Courbert, cuyos pinceles se deslizan en más de una ocasión hacia un sensualismo que deriva en erotismo.
Otro artista destacado del realismo es Juan Francois Millet, que pinta escenas de campo grabadas en su memoria, no tomadas del natural, pero que las dota de gran delicadeza, lirismo y ternura. Sus obras más reconocidas son: El Angelus, Las espigadoras y el hombre del azadón.
Ciertamente, el Realismo encierra, en su propia definición, una variedad de formas, como ya indicamos anteriormente. En su acepción más amplía, el término se utiliza como naturalismo, que implica describir las cosas con precisión y objetividad. Es decir, los artistas representan las cosas tal como son, tal como se ven y tal como se conocen. En sentido más restringido, el término designa el movimiento artístico del siglo XIX que se caracteriza por la rebelión contra los temas históricos, mitológicos y religiosos y la tendencia hacia las escenas desmitificadores de la vida moderna.
Por todo ello, se habla con frecuencia de distintos realismos. Así, tenemos el realismo socialista, estilo aprobado oficialmente en la antigua Unión Soviética, y en algunos países comunistas. Aquí, el realismo, lejos de analizar con espíritu crítico los temas políticos y sociales, se dejaría llevar por las directrices y disciplina del partido.
como se llama la obra de la niña con mariposas en la cabeza :)
ResponderEliminar